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Editorial Construir

Conozca de qué manera impactarán los robots en las ciudades

Dones, automóviles autónomos, robots capaces de reparar infraestructuras urbanas, árboles artificiales y polinizadores robóticos, redes de sensores inalámbricos. Estos son solo algunos de los dispositivos que en unos años poblarán las ciudades. Los robots y sistemas autónomos presentan una amplia gama de aplicaciones potenciales, como el transporte autónomo, la recolección de residuos, el mantenimiento y reparación de infraestructura o vigilancia y agricultura de precisión, entre otras cosas. Sin embargo, resulta necesario plantearse también qué impacto negativo tendrán en un futuro estas tecnologías sobre la biodiversidad urbana y sus ecosistemas.

La Universidad de Leeds (Reino Unido) ha coordinado un estudio que pretende responder a esta cuestión. En él han participado 170 expertos de 35 países, entre ellos el director de la Escuela Técnica Superior (ETS) de Ingeniería Agronómica de la Universidad de Sevilla, Luis Pérez Urrestarazu. Las conclusiones de este informe acaban de publicarse en la revista Nature Ecology & Evolution.

En este este estudio, los investigadores destacan las oportunidades que ofrecen los robots y los sistemas autónomos. Ha quedado probado que, a medida que los vehículos autónomos se empleen más en las ciudades, la contaminación y la congestión del tráfico se reducirá. Pero los expertos de este informe también advierten que los avances en robótica y automatización podrían ser dañinos para el medio ambiente. “Podrían generar nuevas fuentes de desechos y contaminación, con implicaciones negativas potencialmente sustanciales para la naturaleza urbana”, señala el profesor Luis Pérez. “Es posible que las ciudades tengan que volver a planificarse para proporcionar suficiente espacio para que funcionen los robots y drones, lo que posiblemente lleve a una pérdida de áreas vegetadas. También podrían aumentar las desigualdades sociales ya existentes porque no todo el mundo puede acceder a esta tecnología”.

En total, este estudio, que arrancó hace unos tres años, ha identificado 13 oportunidades y 15 desafíos. “La Universidad de Leeds contactó en una primera fase con expertos de diferentes ámbitos como el Derecho, el Medio Ambiente o la Ingeniería y todos aportamos nuestros diferentes puntos de vistas sobre el posible impacto de esta tecnología. Luego, un grupo más reducido de 77 expertos, entre ellos tres españoles, concretamos y analizamos en profundidad todos esos desafíos y oportunidades y elaboramos una tabla con los más importantes”, señala Pérez.

“Es cierto que, hasta ahora solo se ha hablado de los beneficios de esta tecnología y se han potenciado sus cosas buenas, sin analizar sus efectos negativos, pero es muy importantes conocerlos. El desarrollo tecnológico es fundamental pero, si conocemos de antemano sus efectos, podremos intervenir y minimizar las cuestiones negativas”, añade el profesor.

Luis Pérez pone como ejemplo los vehículos autónomos. Su uso masivo permitirá una disminución de la contaminación y la congestión del tráfico. Estos, además, no necesitarían aparcamientos tal como los conocemos hoy, por lo que se podrían fomentar los espacios verdes. Sin embargo, estos vehículos necesitarán nuevas infraestructuras para su mantenimiento, lo que implicaría al mismo tiempo menos zonas verdes, y habrá que eliminar árboles para facilitar su circulación o se dañarán por colisión directa.

Otro aspecto negativo que destaca este estudio es la reducción de las interacciones entre los seres humanos y la naturaleza al disminuir la necesidad de salir de la casa a medida que los servicios se automatizan, y se tendrá menos conciencia del entorno circundante mientras se viaja. Por otro lado, la actividad de los drones puede amenazar a los animales voladores por riesgo de colisión directa o alteración de su comportamiento. Los mismo ocurre con los robots terrestres, que causarán perturbaciones a los animales (comportamiento para evitarlos, cambios en los patrones de alimentación, abandono de nidos).

Otros desafíos están relacionados con la adquisición de datos y seguimiento de la biodiversidad y el medio ambiente. Al controlar plagas o especies invasoras, los errores de identificación dañarán a las especies beneficiosas, pueden aparecer nuevas vías de introducción y se facilitará la dispersión de plagas y especies invasoras. Además, los sistemas autónomos no recuperados y sus componentes (baterías, metales pesados y plásticos) serán una fuente de desechos peligrosos y no degradables.

Según Luis Pérez, “ahora que conocemos los efectos podemos actuar y rediseñar y planificar las ciudades en base al conocimiento que tenemos, así como diseñar de mejor forma los robots y los procesos para que sus elementos sean fácilmente desechables o biodegradables”. El profesor hace hincapié en el hecho de que es muy probable que los robots transformen muchas de las formas en que los ciudadanos experimentan y obtienen beneficios de la naturaleza urbana.

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