Los colores que marcarán los espacios panameños al cierre de 2025
- Manuel Robles Quintero
- hace 1 día
- 2 Min. de lectura
Entre lo natural y lo contemporáneo, el diseño interior en Panamá apuesta por una paleta cálida, serena y profundamente conectada con la luz tropical.

En Panamá, el cierre del año trae consigo una nueva conversación sobre color, estilo y emociones. Mientras las tendencias globales proponen tonos audaces o futuristas, el país parece inclinarse hacia una interpretación más cálida y cercana a su identidad tropical. Los diseñadores locales están apostando por una paleta que combina elegancia contemporánea y serenidad natural, reflejando la forma en que los panameños viven, sienten y habitan sus espacios.
El diseñador de interiores Eliades E. Beitia, especialista en modelado 3D y visualización de proyectos, describe este momento cromático como un encuentro entre lo orgánico y lo sofisticado. “Hacia el cierre de este año, observo una clara inclinación hacia las tonalidades cálidas y naturales, como los arenas suaves, terracotas atenuados, verdes olivo y beige con matices dorados”, señala. Estas combinaciones, dice, evocan serenidad y conexión con lo natural, logrando un equilibrio entre frescura tropical y elegancia atemporal.

El entorno y la luz son, según Beitia, piezas clave en la elección de estas paletas. “El entorno tropical panameño es un factor determinante. La luz natural intensa y cambiante realza y transforma los colores durante el día”, explica. Por eso, los diseñadores locales prefieren tonos neutros y terrosos, complementados con acentos verdes o azules que refrescan los ambientes y generan sensación de amplitud y vitalidad. En Panamá, subraya, “el color no se impone: se adapta al clima, a la luz y a la vida cotidiana tropical”.
Acompañando estos tonos, los materiales naturales también ganan protagonismo. Maderas claras, revestimientos en piedra, fibras orgánicas y acabados mate refuerzan esa búsqueda de autenticidad visual y sensorial. “La idea es lograr ambientes donde la textura complemente el color, generando una experiencia visual y emocional completa”, apunta Beitia, quien destaca además el auge de los microcementos y las superficies artesanales como expresión de una estética contemporánea y sostenible.

La pandemia, observa el diseñador, transformó la relación de las personas con sus espacios. “Después de la pandemia, los interiores adquirieron un valor emocional. Las personas buscan que transmitan bienestar, equilibrio y autenticidad”, comenta. En esa búsqueda, los tonos suaves y naturales invitan a la calma, mientras que acentos como el coral o el azul profundo aportan energía controlada y optimismo.

Aunque las grandes marcas de pintura y las tendencias internacionales siguen marcando referencia, Beitia cree que Panamá está desarrollando su propio lenguaje cromático. “No adoptamos la tendencia de forma literal, sino que la filtramos a través de la tropicalidad”, dice. Así, los grises se transforman en beiges verdosos, los amarillos en miel o mostaza, y el verde se impone como reflejo inevitable del entorno.
“Diría que la paleta panameña de fin de año es cálida, natural y luminosa; una fusión entre lo orgánico y lo contemporáneo”, concluye el diseñador. En ella se refleja la esencia de un país que vive entre la luz, el verde y la calidez de su gente, reafirmando que el color, más que una tendencia, es una forma de expresar quiénes somos.
