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Nuevas realidades de las ciudades post covid-19


Por: Arq. Rodrigo Martínez Suárez.

A principio de la pandemia, en nuestro país esto era simplemente una extraña y lejana situación, muchos pensando que no llegaría hasta nuestras poblaciones y que no tendríamos una gran afectación. Menos aún el pensar que pondría de cabeza toda la concepción de la ciudad y la repercusión de la sociedad en ella.

Llega a Costa Rica, y nos alarmamos contemplando que fue demasiado fácil que nos empezó a mover el piso, y desde allí, sin tiempo para respirar, el país en encierro obligatorio, y las ciudades vacías, los espacios públicos fuera de servicio, los recorridos para nuestros trabajos limitados o incluso prohibidos, las áreas verdes, los parques, las zonas recreacionales, las playas, montañas y demás centros de visitación pública, clausurados hasta nuevo aviso, sin saber cuándo sería que llegaría la apertura.

En ese inicio, se manejó con mucha limitación, sin embargo, cada uno de nosotros comprendimos lo importante que era hacer caso, si no queríamos ver que sucediera tal como veíamos a los países europeos, que estaban en ese momento sufriendo un verdadero caos. De igual manera, sus ciudades vacías, los centros urbanos, museos, hitos arquitectónicos, y cada uno de los generadores de turismo, cerrados y convertidos en ciudades fantasma, igual que lo vivimos nosotros.

Hoy, la situación no ha mejorado, y pese a la obligatoriedad de un cambio de estrategia por parte del Estado, siendo la mayor razón porque la ciudadanía no aguanta mucho más, principalmente en lo que respecta a la búsqueda de una mejoría de su economía, es que gran parte de la población está de nuevo en las calles, y ha debido el Gobierno permitir una apertura a regaña dientes, porque se le ha salido de las manos la manera en que el país necesita afrontar su situación personal para surgir. Y es que no se puede vivir si no hay recursos económicos, siendo así que la población asume el riesgo, y vuelven a los espacios públicos con tal de encontrar la manera de conseguir un asomo de solución a su problemática económica.

Pero, ¿y las ciudades? Qué debe pasar en las ciudades para que podamos continuar viviendo en armonía obligatoria con un virus que no da tregua, que tiene al mundo entero en vilo, a la espera de una vacuna, pero que, pese a su llegada pronta o tardía, ya hizo estragos y obliga a repensar el uso de las ciudades y el comportamiento de los ciudadanos en ella.

Bastante nos hemos pronunciado los Arquitectos, de que no hay una verdadera Planificación Urbana en nuestros centros de población, y que desde hace muchos años hemos debido hacer un ajuste radical de la forma en la que el usuario sea partícipe de dichos espacios. Pues ahora nos obliga a pensar en ello y dar soluciones reales, ahora y sin más demora.

Sabemos desde hace mucho tiempo, que el peatón es quien ha sufrido mayormente ante esta falta de planificación, que hemos construido ciudades para el vehículo automotor y no nos hemos preocupado por la dignificación de la vida del usuario de a pie, incluso destruyendo los pocos centros de disfrute urbano, como parques y plazas públicas, que terminan siendo espacios mínimos, reducidos y además con la naturaleza casi eximida de ellos, para mayor pecado, en medio de las principales vías de tránsito, obstruyendo el paso, cargándolo de los contaminantes de dichos vehículos.

No pensamos en las vías para bicicletas, ni en darle vuelta a lo importante, que es la dignificación de la persona, menos aún a la necesidad de espacios para la cercanía social. Bueno, pues este cambio es la forma en que las ciudades post covid-19 deben funcionar.

La nueva realidad, será el que busquemos ampliar las áreas urbanas, que las burbujas sociales puedan estar en espacios abiertos, y que ello no signifique un potencial contagio masivo. Las plazas, parques, playas, centros de reunión social, etc., deberán tener una capacidad realmente importante espacial, para que podamos convivir y disfrutar nuevamente de la vida en sociedad, bajo una serie de normas y actitudes de cuidado entre todos, pero que no prohíba el recorrido, el compartir, el ejercitarse, el hacer compras, el visitar museos, teatros, bares, restaurantes, con una sensación de seguridad.

No podemos dejar que el distanciamiento social nos obligue a un distanciamiento de la humanidad, que por mucho es uno de los principales daños que esta pandemia nos ha dejado, por lo que debemos avocarnos a planificar ciudades humanas, en donde no se pierda el poder transitar, compartir, convivir con la gente.

Si algo ha quedado demostrado, es que la gran mayoría de la humanidad añora lo que antes tenía a la mano y no le sacaba el provecho, o bien ni le ponía atención, como el tener la posibilidad de salir y disfrutar de su entorno. Por tanto, las ciudades se deben ajustar a ser espacios de contemplación, de vivencia ciudadana, de habitabilidad con las medidas de cuidado que la situación de las mismas nos requiere.

Es volver la vista hacia la prioridad del transeúnte, a todo tipo de usuario, a las personas con discapacidad, a los adultos mayores, a los niños, a los que hagamos ejercicio, a los que caminamos con las mascotas, a todos los que vamos en camino a nuestros lugares de trabajo, a los que buscamos un punto de encuentro con los amigos. Ese tipo de ciudad que el profesional en Arquitectura puede y debe plasmar como un espacio apto para esos fines, que bien tenemos la capacidad y el conocimiento técnico para proyectarlo.

Ciertamente todo lo anterior significa un cambio radical en la consecución de una ciudad transitable, y sabemos que no es fácil ni barato, pero sí necesario, por lo que el considerar la mayor permanencia de personas en los espacios urbanos, repercute en un rediseño para el uso de las áreas abiertas, por tanto, los sitios cerrados, deberán de igual manera readecuarse para que puedan respirar adecuadamente. Cada uno de los puntos donde confluyan los habitantes, deben ser planteados como pulmones, que respiren aire natural libre de contaminación, y que permitan además que fluya el oxígeno, que no se convierta en una cámara cerrada sin ventilación ni probabilidades de evacuación del dióxido de carbono que expulsamos.

Por otra parte, la limpieza de todo tipo de áreas, se ha convertido en prioridad, así debemos asegurar que tendremos contempladas las soluciones técnicas para el saneamiento de los espacios, que se gestione de primera mano, el uso correcto de las áreas de mantenimiento, y el cómo desde ello, logramos ejercer un cambio en virtud de la salud de todos los usuarios, la limpieza del entorno y la calidad del ambiente.

Llegará el día en que la pandemia se pueda controlar, y al pasar esta fase, muchas circunstancias del estilo de vida que conocíamos volverán, pero afortunadamente otras no, es más, no debemos volver a lo mismo en muchos aspectos, y definitivamente no podemos volver a una ciudad disfuncional. Tenemos la oportunidad de generar un efecto positivo en el aprovechamiento de las ciudades, no lo dejemos pasar.

Licenciado en Arquitectura por la Universidad Autónoma de Centro América y cursa la Maestría en Administración Educativa en la Universidad Americana. Presidente del CACR, Vicepresidente del CFIA y Director General del CFIA para el periodo 2018-2020. Asimismo, funge como Coordinador General de la Comisión de Educación Continua (EDUCO) del CACR, de la Comisión País y de la Comisión Paritaria BIM Costa Rica del CFIA. Se ha desempeñado en el sector público y privado. Actualmente es el Director Académico Universitario a nivel País en las carreras de Arquitectura, de Diseño y Decoración de Interiores, Diseño Gráfico, Animación Digital y Fotografía en las Sedes de San José, Heredia y Guanacaste de la Universidad Latina de Costa Rica. Es escritor en revistas, conferencista, Jurado Internacional, así como Tutor y Lector de Tesis y Proyectos de Graduación. Ha participado activamente en cursos y congresos relevantes para el ejercicio profesional, tanto nacionales como internacionales.
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