Panamá redefine su arquitectura ante un escenario climático más exigente
- Manuel Robles Quintero
- hace 20 minutos
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Inundaciones urbanas y estrés térmico aceleran la adopción de diseños arquitectónicos resilientes que priorizan confort, eficiencia energética y continuidad operativa.

La intensificación de las lluvias, el aumento de las temperaturas y la creciente variabilidad climática están redefiniendo la forma en que Panamá debe pensar su desarrollo urbano. En un país donde el crecimiento inmobiliario avanza con rapidez, la arquitectura resiliente comienza a posicionarse como una respuesta estratégica para reducir riesgos, garantizar confort y asegurar la continuidad operativa de edificios residenciales, industriales y comerciales, sin disparar los costos de operación.
Según la Dra. Maria Lourdes Peralta, docente de la Universidad Tecnológica de Panamá e investigadora del Sistema Nacional de Investigación, uno de los principales desafíos actuales son las lluvias de altísima intensidad, cada vez más frecuentes y con períodos de recurrencia más cortos. “Cuando se sustituyen áreas verdes por superficies pavimentadas, el volumen de agua que queda en superficie aumenta considerablemente, saturando los drenajes y generando inundaciones, incluso en zonas urbanas consolidadas”, advierte. A esto se suma la falta de mantenimiento de los sistemas pluviales y la acumulación de desechos, un problema recurrente en ciudades con desarrollo acelerado.

El impacto del clima no se limita al agua. El calor extremo y la alta radiación solar elevan la dependencia de los sistemas de aire acondicionado, incrementando el consumo energético. Peralta explica que las paredes de bloques tradicionales alcanzan temperaturas muy altas tras largas horas de exposición solar, lo que obliga a buscar alternativas. El uso de aislantes térmicos disponibles en el mercado, combinado con una orientación adecuada de los edificios, sistemas pasivos de sombra y un mejor aprovechamiento de la circulación del aire, puede reducir de forma significativa la demanda energética.
En esa misma línea, el diseñador de interiores Eliades Beitia señala que la arquitectura resiliente debe partir de un análisis bioclimático desde las primeras etapas del diseño. “Ventilación cruzada optimizada, envolventes de baja transmitancia térmica, fachadas ventiladas y control solar pasivo mediante parasoles o aleros profundos permiten enfrentar el estrés térmico sin aumentar los costos operativos”, explica. Para Beitia, la resiliencia no es un concepto teórico, sino una herramienta práctica para asegurar confort higrotérmico y eficiencia energética en escenarios climáticos cada vez más extremos.
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Más allá del diseño, ambos especialistas coinciden en que el avance de una arquitectura realmente resiliente requiere ajustes normativos y un cambio profundo en la cultura constructiva. Peralta subraya que las políticas de uso de suelo deben basarse en estudios que validen su impacto real, especialmente en lo relacionado con áreas verdes efectivas, pavimentos permeables, cosecha de agua y reducción del efecto de isla de calor. También destaca la necesidad de una política clara sobre los desechos de construcción y demolición, hoy manejados con escasos incentivos para su reducción o reaprovechamiento.
Beitia agrega que las normativas actuales aún no incorporan de forma suficiente criterios de manejo de aguas pluviales, eficiencia energética y diseño bioclimático. A su juicio, es clave promover una visión de largo plazo que valore el desempeño del edificio durante su vida útil, y no únicamente el costo inicial. “La resiliencia debe entenderse como una inversión en bienestar, continuidad operativa y reducción de impactos futuros”, afirma.

Aunque todavía son esfuerzos puntuales, Panamá ya cuenta con proyectos que marcan el camino. Peralta menciona el campus del ITSE y los dormitorios de Ciudad del Saber, con baja dependencia del aire acondicionado y un uso efectivo de sistemas pasivos, así como el nuevo edificio de CAF, que incorporó criterios para reducir y reutilizar residuos durante su construcción. Beitia, por su parte, destaca al Centro de Convenciones de Amador como un referente en edificios de gran escala, por su orientación, sistemas de sombreado, manejo de escorrentías y selección de materiales durables para un entorno costero.
En un contexto de creciente exposición climática, la arquitectura resiliente deja de ser una tendencia para convertirse en una necesidad estratégica. Repensar cómo se diseñan y construyen los edificios en Panamá no solo reduce la vulnerabilidad frente al clima, sino que también abre la puerta a ciudades más eficientes, habitables y preparadas para el futuro.
