La construcción sostenible tiene como objetivo crear edificios utilizando un diseño innovador, materiales renovables, tecnología ecológica y eficiencia energética. Al usar estos, se puede minimizar el impacto dañino sobre el medio ambiente al reducir el desperdicio y la emisión de materiales tóxicos.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, las zonas urbanas son responsables de los 70% del consumo global de energía y del mismo porcentaje de las emisiones globales de CO2, producidas principalmente por edificios climáticamente ineficientes. A esto hay que añadir el crecimiento imparable de las urbes, y es que de todas las actividades de construcción que se prevén para las próximas dos décadas, el 60% tendrá lugar en ciudades.
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Los principios de estas construcciones se constituyen sobre los cimientos de las tres R: reducir, reutilizar y reciclar. Reducir el impacto ambiental, reutilizar los recursos naturales y reciclar a la hora de emplear suministros energéticos.
De acuerdo con Pamela Castellán, CEO del Guatemala Green Building Council, el construir hospitales de forma sostenible, lleva a nivel de operación y mantenimiento, un impacto directamente en la reducción de costos, sobre todo por la demanda energética y de agua que tiene esta tipología de proyectos, son dos rubros en que el retorno de la inversión es muy evidente.
Al iniciar un proyecto hospitalario se debe conservar y reutilizar los recursos. Además, es importante gestionar de forma correcta la materia prima que se emplea y de esta manera no desperdiciar y al mismo tiempo, evitar que se generen residuos y emisiones innecesarias.
La tecnología también es un gran aliado para la construcción sostenible. Gracias al uso de las herramientas de construcción más modernas y profesionales, como las hormigoneras, los polipastos, elevadores eléctricos, los generadores y otros tipos de herramientas de mantenimiento y corte, se aprovechan mucho más los materiales y se generan menos desechos, ya que estas son sumamente eficaces, utilizan menos energía y no contaminan el medio ambiente, incluso de manera sónica, porque producen menos ruido.
El impacto en los pacientes
Por otro lado, en cuanto a los usuarios hay estudios del World Green Building Council que demuestran que espacios diseñados de esta manera, reportan estadías más cortas de pacientes hospitalizados, recuperación más rápida, con el simple hecho de tener vistas al exterior.
Por ejemplo, la ventilación natural puede constituir una estrategia efectiva para ahorrar energía, así como también una medida eficaz para controlar las infecciones. El Carnegie Mellon University Center for Building Performance and Diagnostics (Centro para el Desempeño y Diagnóstico de Edificios de la Universidad de Carnegie Mellon), identificó 17 estudios internacionales que documentan la relación entre la calidad optimizada del aire en los espacios internos con el impacto sanitario positivo sobre las enfermedades.
Por otro lado, Castellón resalta que entre las tendencias constructivas se destacan el uso de la biofilia. “Se han visto casos de éxito de espacios que han incorporado biofilia en su diseño como estrategias tanto de sostenibilidad como de salud de los pacientes”, afirma.
La biofilia, se plantea como una relación en términos positivos entre la naturaleza y el hombre. Se desarrolla a partir de una forma de construir desde la ética para mejorar la relación dañada por la contaminación y por el uso indebido y en exceso de los recursos.
Hospitales con certificaciones
En México, ya existen 77 hospitales y centros de salud que se comprometieron oficialmente a cuidar no solo la salud de sus pacientes sino también el ambiente. Son instituciones públicas y privadas que decidieron formar parte de la Red Global de Hospitales Verdes y Saludables y llevan a cabo diferentes acciones, como reducir la cantidad de residuos o el gasto de energía, reutilizar el agua después de tratarla, plantar árboles o abrir una “farmacia viviente” que implica un mayor uso de productos derivados de plantas.
La iniciativa de la Red empezó en 2011, fue impulsada y organizada por la organización sin fines de lucro Salud sin Daño. “Las instituciones de salud tienen el mandato de prevenir y curar las enfermedades, pero la prestación de los servicios también tiene un impacto sobre el ambiente, a través de los recursos naturales y los productos que consumen, así como de los residuos que generan”, explicó a una revista tecnológica Antonella Risso, coordinadora técnica de proyectos de Salud sin Daño para América Latina.
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