The Line se desinfla: La megaciudad futurista de Arabia Saudí enfrenta su mayor crisis desde su creación
- Manuel Robles Quintero
- hace 7 minutos
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Testimonios de exresponsables revelan que el proyecto, concebido por Mohammed bin Salmán como una utopía urbana de 170 kilómetros, se ha reducido a solo tres módulos ante problemas financieros, técnicos y de gestión.

Arabia Saudí apostó hace casi una década por transformar su desierto en una vitrina global de innovación urbana. Sin embargo, el proyecto más emblemático de esa ambición —The Line, la ciudad lineal concebida como el corazón de Neom— atraviesa hoy su momento más crítico. Lejos de avanzar hacia la megápolis de 170 kilómetros prometida, fuentes internas aseguran que su diseño original nunca verá la luz.
En una entrevista ofrecida al medio de comunicación Financial Times, más de 20 antiguos empleados, incluidos arquitectos e ingenieros, quienes afirman que The Line chocó de frente contra la realidad: costes desbordados, exigencias técnicas imposibles y una cadena de decisiones impulsadas por el propio príncipe heredero Mohammed bin Salmán (MBS), principal ideólogo del plan. Según los testimonios, la falta de voces críticas entre sus asesores creó un ecosistema donde los plazos se falseaban y las advertencias técnicas no llegaban a la dirección.

Concebir una estructura de 500 metros de altura y 200 metros de ancho, encerrada entre paredes de acero y vidrio y capaz de albergar a nueve millones de personas, fue una apuesta que desde el comienzo generó dudas. Pero las objeciones rara vez eran escuchadas. Uno de los planificadores lo resumió así: “El mensaje era claro: ahora tienes que hacer que esto funcione”.
En lo operativo, las magnitudes resultaron inabarcables. Solo para construir los primeros 20 módulos —la fracción inicial del plan— los contratistas estimaban que el proyecto necesitaría cada año más cemento del que Francia produce en doce meses. Cada módulo de 800 metros requería 3,5 millones de toneladas de acero estructural y más de 5 millones de metros cúbicos de hormigón, además de absorber cerca del 60% de la producción global de acero verde. Para cumplir los plazos, debía llegar un contenedor de materiales cada ocho segundos durante las 24 horas del día.

A esta presión logística se sumó el deterioro financiero. La caída del precio del crudo y el aumento del déficit presupuestario obligaron al gobierno a revisar todas sus inversiones futuristas, incluyendo los más de US$ 500.000 millones destinados a Neom. La realidad golpeó con fuerza: el proyecto no logró atraer capital extranjero, un elemento clave para su viabilidad. “En cuanto bajó de siete módulos dejó de poder venderse como inversión. Por eso creo que ha muerto… simplemente no es invertible”, relató otro exdirectivo.
En menos de cinco años, The Line se redujo de 170 kilómetros a unos pocos desarrollos puntuales. Tras gastar US$ 50.000 millones, los planos se han ido achicando: primero 12 módulos, luego siete, después cuatro, y desde finales de 2023 solo tres permanecen en el plan maestro. El desierto, mientras tanto, exhibe miles de pilotes y zanjas visibles desde el espacio, obras que quedaron sin utilidad cuando el alcance del proyecto fue recortado.

El puerto futurista, que requería excavar volúmenes equivalentes a cuarenta pirámides de Giza, también ha quedado en el limbo. Lo que hoy continúa sobre la mesa es apenas un conjunto reducido de edificios y algunos cimientos destinados al tren ligero.
La prioridad del gobierno saudí es ahora “aterrizar” el proyecto sin un colapso público y permitir que el príncipe heredero asimile el revés. Para uno de los urbanistas que participó en la planificación, la lección es clara: “Como experimento mental, genial. Pero no construyas experimentos mentales”.
